El cerdo asturiano, gochu asturcelta o gochu´l país fue durante siglos un pilar fundamental en la economía de las ganaderías asturianas y fuente importante de proteína en la dieta familiar. Su carácter dócil, rústico, productivo y de fácil adaptación a un medio como el asturiano, agreste y húmedo con épocas de escasez de alimentos, fue durante cientos de años una de las herramientas en las que sustentó su supervivencia en las caserías asturianas, constituyendo uno de los más importantes aportes de alimento. En una sociedad rural en la que la ganadería principal estaba constituida por rumiantes, vacas principalmente, ovejas y cabras, el cerdo era un complemento que ayudaba a mantener la biodiversidad y el aprovechamiento racional de los alimentos obtenidos de pastos y montes con la máxima eficiencia.
Esta situación fue mantenida hasta aproximadamente la mitad del pasado siglo cuando, paradójicamente, las características anteriormente citadas que permitían buenas producciones a bajo coste en sistemas principalmente extensivos y que le permitieron ser el artífice del arranque de una floreciente industria chacinera gracias a su producto de calidad contrastado, fueron las responsables de su regresión tanto en censo como en distribución geográfica.
La introducción de nuevos sistemas de producción intensivos como consecuencia de un incremento exponencial de las necesidades de proteína animal en las ciudades, que en esos momentos crecían vertiginosamente debido a la emigración del medio rural al urbano, el incremento en el nivel adquisitivo de los trabajadores urbanos y, por otro lado, las políticas forestales de aprovechamiento de los montes de los años 1940/50, que despojaron al gochu asturcelta del hábitat en el que se había alimentado hasta entonces, fueron algunas de las causas que hicieron que pasara a ser uno de los ganados que más se vendían (224.000 cerdas madres del tronco céltico en 1955) a desaparecer de las estadísticas oficiales en 1978.
Como siempre ocurre en los casos de razas bien adaptadas al medio, los ejemplares que sobrevivieron a la introducción de razas foráneas adaptadas exclusivamente a la explotación intensiva lo hicieron en aquellos lugares donde se mantuvieron sus condiciones extensivas de explotación por ser zonas desfavorecidas no aptas para producciones estandarizadas.